El líder libertario que irrumpió en escena conectando con emociones de defraudados, tristes, desesperados y endeudados cumple un año de gestión. El Presidente habló en cadena nacional durante 40 minutos y entre promesas de “tiempos felices” y “motosierra profunda” nos preguntamos si su elección fue un arrebato caprichoso de la sociedad en un momento de profundo malestar o una convicción inquebrantable.

Se cumplió un año del gobierno de Javier Milei y en su discurso le advirtió a “la política” que, si pensaban que elegir a este gobierno fue un arrebato caprichoso de la sociedad en un momento de malestar, estaban equivocados. Tras anunciar sus “logros” de gestión afirmó que la sociedad este año les demostró que su compromiso con él no fue un capricho momentáneo emocional, sino una convicción inquebrantable, amparada en la esperanza de “reconstruir nuestra nación”. Pero…¿es tan asi? ¿de qué nación habla Milei? ¿Cómo se vincula su gestión presidencial con esa comunidad afectiva que supo construir hace un año atrás?
Emociones y política: ¿La base de las nuevas derechas?
Las emociones no son privadas sino públicas, y por eso son políticas, de allí la importancia de estudiar “la naturaleza pública de las emociones” o “la naturaleza emotiva de lo público” (Ahmed, 2015). Las nuevas derechas se nutren, no solo de ideologías o de programas partidarios, sino también de afectos y de emociones que irrumpen como novedad.
Los sentimientos dominan la escena política, sobre todo en las redes, y las derechas son quienes mejor saben interpretar o leer esas corrientes afectivas-predominantemente “negativas” convirtiéndolas en una potencia tan creativa como destructiva (Illouz, 2023). Milei conecto con esas emociones para desarrollar su programa político/económico sosteniendo sus medidas (especialmente este primer año de gestión) con esa conexión emocional.

Mouffe (2023) explora cómo las emociones y los afectos influyen en la política y en la construcción de identidades colectivas. La autora argumenta que la política no puede entenderse solo a través de la razón, los sentimientos desempeñan un papel crucial en la movilización social y en la formación de alianzas. Además, plantea que espacios asociados a una “izquierda”, al enfatizar la razón a veces rechaza las emociones como manipuladoras o irracionales, lo que puede dificultar la conexión con sectores de la población que están motivados por sentimientos de injusticia, frustración o desesperanza.
Varones y conservadurismo
La creciente politización por derecha se puede visualizar en los varones jóvenes. Según una encuesta nacional y representativa realizada en el marco del proyecto POLDER[1]: “los hombres jóvenes son el núcleo más intenso del giro a la derecha que vive Argentina. Ser hombre y menor de 25 años es hoy en Argentina un muy buen predictor de conservadurismo”. El fenómeno se ha reflejado en otros países. La brecha política de género ha aumentado entre los hombres y las mujeres jóvenes de países como México, Alemania, Corea, Estados Unidos y el Reino Unido, con los varones más receptivos a discursos conservadores y de extrema derecha y mujeres más convencidas del progresismo, según un estudio del Financial Times publicado este año.[2] Además el Índice de Confianza en el Gobierno[3] de noviembre fue mayor entre los hombres (2,80 puntos, con una variación positiva del 4,1%) que entre las mujeres (2,55 puntos, con un aumento significativo del 17,5%).

Las emociones son prácticas sociales y culturales (no estados psicológicos) que proporcionan cohesión a las sociedades y a las comunidades políticas.[4] Esenciales para el aparato psíquico y social, ligadas a objetos no siempre conscientes, son inseparables de las sensaciones corporales. Ahmed (2015) se pregunta por la dimensión pública de las emociones: los afectos y sentimientos pueden ser privados, pero al ponerse en discurso en el espacio público generan efectos emocionales colectivos, relaciones de apego y de rechazo que se imprimen en los “cuerpos colectivos”.
Dubet (2021) habla de las pasiones tristes que atraviesan estos tiempos. El odio, el resentimiento y la indignación se multiplican y se instalan como una forma de politicidad. Eso no es antipolítica, es anti política del progresismo políticamente correcto. A mi entender, Milei comprendió, cómo irrumpir en la escena pública conectando las nuevas sensibilidades de defraudados, tristes, desesperados y endeudados con la cultura política contemporánea. Milei canaliza las pasiones tristes, el desencanto hacia un modo de tramitar las demandas que no es satisfactorio para una parte importante de nuestra sociedad. Pero al mismo tiempo, propone un futuro que produce presente, un proyecto, una alternativa a lo existente. Encauza las pasiones tristes y las pone en perspectiva. No las del conjunto de la sociedad, sino las de una minoría intensa que parece más importante cuanto más cámara y redes va desarrollando.
La polarización afectiva como clave de lectura
En un contexto global de derechas radicales o populismos de derecha es común afirmar que vivimos en sociedades “polarizadas”, lo que explicaría estos fenómenos que emergen (tanto derechas radicales como populismos de derecha o izquierda) que tienden a trazar divisiones antagónicas siempre binarias, polares y conflictivas (nosotrxs/ellxs).
La polarización ya no es solo ideológica o partidaria, sino que involucra a los afectos y las emociones, la noción de “polarización afectiva” viene a agregar un nuevo capítulo a la pregunta por el conflicto político. El concepto de polarización afectiva apunta a señalar ese aspecto de las subjetividades políticas contemporáneas: los sujetos se asocian y se distancian por razones que la razón no entiende.
Para Ramírez y Falak (2023), la polarización afectiva no es un derivado de la polarización ideológico-partidaria, sino que es su forma emblemática y distintiva más aun en las sociedades latinoamericanas, donde los partidos presentan fronteras ideológicas y programáticas porosas, las identidades se organizan eminentemente alrededor de los afectos. Kessler & Vommaro (2021) no dudan en afirmar que en Argentina la polarización afectiva ha ido en aumento y se ha volcado hacia la derecha. ¿Es posible inscribir a Milei en esta corriente de afectos “negativos”?

Imagen generada con IA y compartida en la cuenta oficial del presidente.
Las emociones y su dimensión productiva
Es innegable que, a pesar de estar impregnado de un lenguaje técnico, programático e ideológico, el discurso de Milei moviliza todo un dispositivo emocional. Se trata de un discurso emocionalmente productivo que sintoniza con una sociedad en un doble estado de desafección y de afectación política, un estado de rechazo a la política y resentimiento que el candidato libertario supo leer y al mismo tiempo alimentar. Ese estado de negatividad no ancla en opciones racionales o ideológicas sino en emociones que atraviesan los cuerpos: hoy la política pasa, más que nunca, por los cuerpos.
En tiempos de profunda desafiliación política y social, Milei moviliza el rechazo y el descontento. Cabe preguntarse si esa intensa negatividad responde a un fenómeno de polarización afectiva o si, como dice Vommaro (2023), el ascenso de Milei expresa, por el contrario, el agotamiento de la economía política de la polarización y la consagración del descontento y la desafección.
Esta conexión emocional entra en zona de promesas incumplidas. Si bien es real que la inflación fue desacelerando hasta llegar al 2,4 % en noviembre (el dato más bajo en los últimos tres años) eso se realizo luego de distintas políticas de recortes y ajuste. También es real que la variación interanual del índice de salarios hasta septiembre de este año fue de 181,9% mientras que el dato de inflación interanual hasta esa fecha era de 209%, según datos del INDEC.
El amor a la motosierra
El recorte generalizado de Javier Milei afectó a miles de personas en lo que respecta a la salud, la educación y la asistencia a comedores. El conflicto por las universidades públicas todavía no encuentra una resolución ya que aún las actualizaciones salariales de los profesionales que trabajan en las casas de estudio no alcanzan a la inflación. El recorte que viven los jubilados con el cambio en la fórmula que calcula la movilidad jubilatoria y el freno al aumento del bono compensatorio que reciben en la jubilación mínima, en lo que va del Gobierno de Milei tuvieron un aumento de 105% en sus haberes mientras que la inflación interanual hasta octubre fue de 193%. Esta problemática se suma al cambio en las condiciones de acceso a medicamentos gratuitos que reciben los jubilados por parte del PAMI (la obra social o seguro estatal que los agrupa).
Pobreza y consumo son otros dos datos negativos con los que tiene que enfrentarse Milei en su primer año. La medición más reciente del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina dio que en el primer semestre de 2024 la pobreza alcanzó al 52,9% de la población, comparado con 41,9% que había dejado el segundo semestre de 2023.
En el segundo semestre de este año, el INDEC reportó un descenso del consumo privado del 9,8%, y CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) publicó una baja en las ventas minoristas del 12,2% en los primeros once meses del año. Ni lerdo ni perezoso Milei visualiza esta realidad y decide dar la batalla cultural contra los “zurdos empobrecedores” no solo a través de su ejército de trolls sino también con la Fundación Faro, un “think tank” (centro de pensamiento) libertario, inaugurado hace unas semanas, que pretende obrar como ente recaudador y está liderado por Agustín Laje, unos de los pensadores del actual Gobierno, autor del libro “La batalla cultural”.
Nuevas sinfonías
El ascenso de Javier Milei a la presidencia se produjo en una sociedad políticamente polarizada y afectada por “pasiones tristes” en términos de Dubet. No hay dudas que el líder libertario construyo una identificación por parte de los destinatarios y una construcción de identidad colectiva a través emociones movilizadas por el discurso político en las redes sociales (y en los medios) lo que favoreció la configuración de escenas polarizadas y de alta afectación política.
El debate no pasa por cómo identificar cuan locas son las propuestas del león conmovedor ni en lo absurdo de sus apariciones delirantes, sino más bien lograr una propuesta política que rescate algunos núcleos frente a la persistencia de la cultural neoliberal. En este mismo sentido de construir nuevas sinfonías, Mouffe (2023) destaca la importancia de reconocer el antagonismo y las divisiones en la esfera política, sugiriendo que los afectos pueden ser tanto una fuente de cohesión como de polarización.
De esta manera, las pasiones pueden ser canalizadas hacia formas democráticas de participación enfatizando la necesidad de un espacio político inclusivo que acepte la pluralidad y el conflicto. Apuntando a esa cohesión plural se podrán construir puentes hacia un futuro esperanzador e inclusivo y darle la discusión al león que conecta emocionalmente con la sociedad en su conjunto.
Ahmed, S. (2015). La política cultural de las emociones. México: UNAM-Programa Universitario de Estudios de Género.
Dubet, F. (2021). La época de las pasiones tristes. Editorial Siglo XXI.
Illouz, E. (2023). La vida emocional del populismo. Buenos Aires: Katz.
Kessler, G., & Vommaro, G. (2021). Polarizacion, consensos y politica en la sociedad argentina reciente. Buenos Aires: FUNDAR
Mouffe, C. (2023). El poder de los afectos en la política. Editorial Siglo XXI.
Vommaro, G. (diciembre 2023). La derecha alternativa y el cuerpo del escarmiento. Le Monde Diplomatique , 294
[1] Disponible en: http://polarizacion.net/
[2] Disponible en: https://elpais.com/elpais/2017/05/30/opinion/1496152438_189591.html
[3] Informe disponible en: https://www.utdt.edu/ver_contenido.php?id_contenido=1439&id_item_menu=2964
[4] Para analizar más detalladamente la distinción conceptual entre afectos, sentimientos y emociones ver “La política cultural de las emociones” de Sara Ahmed.