Argentina enfrenta un año electoral con una economía frágil y un gobierno decidido a llegar a los comicios con una inflación inferior al 2% mensual y sin devaluar, tal como exige el FMI. Con posibles cambios en las reglas electorales, límites bajos en las paritarias y una creciente tensión política, las elecciones legislativas de octubre serán clave para la segunda mitad del mandato libertario.

Foto: CEDOC
Argentina tiene una larga tradición de debate público y participación ciudadana, marcada por períodos de intensas disputas políticas. Desde los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández (2003–2015) hasta la actualidad, la polarización ha dominado la agenda nacional y fue la principal dificultad para la formación de espacios políticos de centro, independientemente del signo político. Las elecciones intermedias de este año no son la excepción. En este contexto, La Libertad Avanza se proyecta sobre tres frentes de confrontación: la economía, la reinterpretación del pasado reciente y la conquista de derechos civiles, y la reconfiguración de las reglas electorales. Estos ejes serán decisivos en las elecciones legislativas de octubre. La estrategia oficialista busca imponer su agenda económica, fortalecer su base política y asegurar una ventaja electoral que le permita proyectarse a largo plazo.
Inflación, paritarias y devaluación
El gobierno de Javier Milei tiene el desafío de contener y reducir la inflación sin recurrir a una devaluación abrupta. Con el esquema de crawling peg implementado hasta ahora, busca reducir la depreciación del peso del 2% al 1% mensual para evitar expectativas devaluatorias. El programa económico se complementa con un dólar sostenido sobre un atraso cambiario, un ajuste fiscal severo y una contracción monetaria que, aunque mejora el resultado primario, profundiza la recesión y afecta el consumo.
Para sostener la estrategia sin agotar las reservas del Banco Central, Milei implementó una baja temporal en las retenciones al agro para asegurar el ingreso de dólares, aunque los grandes jugadores del sector apuestan a que la devaluación llegará después de las elecciones y podrían no liquidar toda la cosecha. Al mismo tiempo, el gobierno tiene el objetivo de poner un techo del 1% en las paritarias, lo que erosiona el poder adquisitivo de los trabajadores y aumenta la tasa de ganancia de las patronales.
El impacto del ajuste también afecta a las pequeñas y medianas empresas, que enfrentan costos en aumento y restricciones en el acceso al financiamiento. La respuesta sindical es dispar: mientras la CGT se mantiene en alerta, los sectores más combativos exigen medidas de fuerza. A medida que la recesión se profundiza, crece la posibilidad de paros y movilizaciones.
La principal contradicción del modelo libertario radica en la necesidad de evitar una recesión profunda que haga inviable su programa económico, al tiempo que busca reducir la inflación mediante un ajuste sin devaluación. En otras palabras, debe satisfacer las exigencias del FMI y las entidades patronales del campo al mismo tiempo, es decir, hacer equilibrio sobre un hilo de tanza. Mientras tanto, la promesa de estabilidad macroeconómica aún no se traduce en la realidad cotidiana de millones de argentinos.
La guerra ideológica como ruta hacia las elecciones
La otra pata de la estrategia del gobierno se asienta en el terreno ideológico y en los grandes relatos. Siguiendo el ejemplo de líderes como Donald Trump, Milei ha convertido la disputa sobre los derechos civiles conquistados en un eje central. Feminismo, diversidad, derechos humanos, ambientalismo y políticas de seguridad se utilizan para alimentar la polarización, consolidar su base de apoyo y fortalecer sus vínculos políticos en el escenario internacional.
El discurso oficial sostiene que muchas conquistas sociales no son derechos legítimos, sino privilegios concedidos por un Estado ineficiente, corrupto y supuestamente cooptado por el marxismo cultural. En esta línea, se ha promovido el negacionismo del terrorismo de Estado durante la última dictadura militar, se han cuestionado leyes como la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) y se ha llegado a equiparar la homosexualidad con la pedofilia.
Al mismo tiempo, se minimizan o desmantelan políticas de memoria, como el cierre del Centro Cultural Conti, ubicado en la ex ESMA, y se impulsa una narrativa centrada en el endurecimiento penal. Este posicionamiento le permite al gobierno ampliar su respaldo en sectores conservadores.
Uno de los puntos más visibles de esta estrategia fue el discurso de Milei en el Foro de Davos, donde cargó contra el “marxismo cultural” y el movimiento woke. Estas declaraciones refuerzan la narrativa del gobierno y le otorgan un marco ideológico a su proyecto, permitiéndole mantener alta la tensión política.

Marcha Federal antifascista y antirracista. Foto: Sofi Nieves
La polarización afecta también a la oposición y a los aliados del gobierno nacional, que enfrentan el desafío de responder sin caer en una lógica de confrontación que favorezca o erosione al oficialismo. Con un clima de crispación creciente, los derechos adquiridos se han convertido en un nuevo campo de batalla política, que probablemente se intensifique a medida que se acerquen las elecciones.
El territorio y las urnas
El año electoral incrementa la tensión en el panorama político argentino. En el caso de un gobierno sin una estructura territorial propia, la estrategia oficialista debe centrarse en modificar las reglas del juego para maximizar la imagen positiva que aún conserva Javier Milei. Por ello, la propuesta de suspender las PASO cuenta con varios voceros libertarios. Sin esta instancia previa a las elecciones generales, La Libertad Avanza podría debilitar aún más al PRO, ya que muchos de sus principales dirigentes han migrado o están por migrar a LLA, como es el caso del espacio de Bullrich y Diego Santilli, lo que fragmentaría a la oposición y reduciría las posibilidades de una coalición competitiva.
Por otro lado, el gobierno se inclina por un esquema de elecciones concurrentes, en el que todos los comicios, sin importar la jurisdicción, se celebren al mismo tiempo. Esta estrategia nacionaliza la competencia y aprovecha la figura del presidente para atraer votos en distritos donde La Libertad Avanza no tiene estructura territorial.
Los socios del gobierno y la oposición también juegan sus cartas: Jorge Macri impulsa el desdoblamiento de las elecciones en CABA, mientras que un sector de Unión por la Patria evalúa hacer lo mismo en la provincia de Buenos Aires . Ambos buscan evitar que la figura de Milei arrastre votos. Sin embargo, en el peronismo persisten desacuerdos sobre este tema. Cristina, Massa y Kicillof, principales figuras del espacio, no han logrado alcanzar un consenso al respecto. Por su parte, Patria Grande y su principal dirigente, Juan Grabois, otro de los actores dinámicos de UXP, se han mantenido al margen del debate.
La suspensión de las PASO y la modalidad electoral generan tensiones incluso dentro de UXP, con algunos sectores viendo en ellas una herramienta útil para ordenar el espacio peronista y evitar la dispersión del voto. La incertidumbre sobre este punto condiciona las estrategias de todas las fuerzas políticas.
Devaluación, paredón y después
Más allá de las tácticas políticas, la gran incógnita sigue siendo el desenlace del esquema económico. Milei busca evitar una devaluación antes de los comicios para sostener su discurso sobre la estabilidad económica. Sin embargo, el acuerdo con el FMI establece que una corrección cambiaria es inevitable. No se trata de si ocurrirá, sino de cuándo y bajo qué condiciones. Mientras tanto, el ajuste económico avanza, con costos sociales cada vez mayores. Los salarios se mantienen estancados y el consumo sigue deprimido, lo que intensifica el malestar social. A medida que se acercan las elecciones, el gobierno enfrenta el dilema de mantener su programa político o flexibilizarlo ante el riesgo de una reacción adversa en las urnas.
En este año electoral, surgen interrogantes clave: ¿podrá el gobierno postergar la devaluación hasta después de las elecciones? ¿La desinflación seguirá siendo su principal carta? ¿Será efectiva la polarización ideológica para ampliar su base electoral y fortalecer su identidad?
Si bien Milei busca posicionarse como defensor de los valores tradicionales, persiste la incertidumbre sobre si esta estrategia logrará impactar en sectores más amplios o si la constante tensión política terminará siendo contraproducente y alejando a votantes y simpatizantes hacia la oposición.