De un pasado marcado por la precariedad y la invisibilidad, el fútbol femenino porteño logró abrirse paso hasta conquistar espacios profesionales y de reconocimiento. Entre luchas, avances y deudas pendientes, la disciplina se consolida como un actor clave del deporte argentino.

El deporte del fútbol femenino en Argentina, particularmente en la Ciudad de Buenos Aires, ha recorrido un extenso trayecto de esfuerzo, dedicación y desarrollo. A pesar de haber sido marginado y prácticamente ignorado en el ámbito deportivo nacional por varias décadas, actualmente se ha transformado en una actividad en pleno crecimiento, con una visibilidad incrementada, respaldo institucional y una afición que se expande junto a sus figuras destacadas.
Las primeras evidencias del fútbol femenino en Argentina se remontan a los años 20, aunque se desarrollaron de manera no oficial y con escasa documentación. No fue sino hasta 1991 que se llevó a cabo el primer torneo oficial de fútbol femenino bajo la supervisión de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino). En esa liga participaron equipos como River Plate, Boca Juniors, Independiente y Excursionistas, aunque con limitada cobertura mediática y sin respaldo financiero.

A lo largo de los años, las jugadoras experimentaron condiciones muy desiguales: carecían de contratos, entrenaban en campos prestados y, en muchas ocasiones, utilizaban sus propios recursos para el transporte, la indumentaria o la atención médica. No obstante, la dedicación y el compromiso por el deporte lograron mantener una base que, de a poco, fue fortaleciéndose.
El punto de quiebre: la profesionalización de 2019
El significativo cambio ocurrió en 2019, cuando, después de años de demandas por parte de las futbolistas y agrupaciones feministas, la AFA declaró la parcial profesionalización del fútbol femenino. Cada uno de los clubes de Primera División estaba obligado a ofrecer un mínimo de ocho contratos profesionales, lo que representó un antes y un después en la trayectoria del deporte.
Este avance, aunque aún no completo, implicó una mayor visibilidad, mejoras en las remuneraciones y nuevas oportunidades para las futbolistas, particularmente en la ciudad de Buenos Aires, donde se ubican la mayoría de los clubes tradicionales del país.
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En la ciudad de Buenos Aires, diversos clubes jugaron un papel crucial en la evolución del fútbol femenino. Entre ellos, Boca Juniors se destaca como uno de los más renombrados en el ámbito deportivo: dominó la liga en sus inicios y continúa siendo una fuerza de peso en la región, alcanzando incluso la final de la Copa Libertadores Femenina en 2023. Sin embargo, más allá de este caso emblemático, lo cierto es que el crecimiento del fútbol de mujeres en la capital se sostiene en la participación de múltiples instituciones que, con distintos recursos y trayectorias, aportaron al desarrollo y consolidación de la disciplina.