El ambientalismo dejó de ser un tema solo para expertos. Jóvenes y comunidades de todo tipo empiezan a involucrarse para enfrentar juntos la crisis climática.

La cuestión ambiental dejó de ser algo de “expertos” y “expertas” para permear discusiones y debates en distintos ámbitos de trabajo, estudio, militancia. Desde los territorios y las experiencias comunitarias se piensan y crean respuestas a las problemáticas ambientales aun cuando no se les den nombres como “mitigación”, “adaptación” u otras categorías técnicas.
Pibes y pibas empiezan a involucrarse en las discusiones ambientales y climáticas porque el mundo que estamos dejando no presenta grandes expectativas de futuro. Esto hace que cada vez más personas se interesen por “el ambientalismo”, devengan activistas o militantes ecologistas o ambientales o se formen como ambientólogos, pero ¿Cómo empezar a vincularse con estos debates sin morir en el intento de incorporar tanta información?
Pensando una posible respuesta a esta pregunta, en esta oportunidad esta columna ambiental busca compartir algunas recomendaciones para iniciarse en diversas temáticas ambientales a partir de libros, series, películas y artículos que abordan, desde diversas perspectivas, algunas de las problemáticas centrales vinculadas a “lo ambiental”.
Una (posible) hoja de ruta para empezar
Elegir el primer libro para acercarse a la temática ambiental no es simple, en las librerías existen varios títulos que pueden llamar la atención. Pero sin duda uno de los más interesantes para empezar a pensar las cuestiones ambientales es el “Manifiesto ecológico político: Cómo construir una clase ecológica consciente y orgullosa de sí misma” de Bruno Latour y Nikolaj Schultz. En este libro los autores abordan una posible trampa vinculada a la visión supuestamente más punitivista de “lo ecológico” que limita las posibilidades de interpelar multitudes: su constante tensión con el progreso y el desarrollo en un mundo donde nos socializamos pensando en temporalidades lineales que “avanzan” o “evolucionan” vinculadas a los procesos productivos y tecnológicos. Si la ecología política cuestiona ese imaginario ¿cómo es posible construir mayorías que aboguen por otras formas de habitar? El desafío del ambientalismo está en la posibilidad de imaginar y crear otros futuros posibles a partir de la construcción de una “nueva clase ecológica” que logre movilizar nuevas narrativas y prácticas frente a los discursos del desarrollo y el progreso como ley universal.

Foto: Siglo XXI
La discusión sobre otros futuros posibles, no como algo abstracto sino como una materialidad producto de discusiones y acciones políticas es la gran tarea del ambientalismo o ecologismo. Desde Argentina Enrique Viale y Maristella Svampa abordan esto en su libro “El colapso ecológico ya llegó: una brújula para salir del (mal)desarrollo”. Otra opción recomendada para acercarse a “lo ambiental”. Mostrando el vínculo entre la crisis ecológica y la emergencia climática, los autores prestan atención al vínculo entre lo global y lo local, centrándose en el impacto de la crisis en las dinámicas territoriales de Argentina. Lo interesante es que, al igual que en el Manifiesto, no se quedan en una visión pesimista, sino que proponen pensar otra agenda hacia una transición socioecológica justa en el que la discusión de la justicia social se piense en relación a la justicia ambiental para construir una sociedad post fósil.
También desde una mirada situada en Argentina, el libro de Gabriela Merlinsky “Toda ecología es política”, se interesa en mostrar la construcción de alternativas al modelo capitalista-extractivo. A partir de recorrer los principales conflictos ambientales actuales el libro pone el foco en las formas de activismo y organización que desde el ambientalismo popular y comunitario denuncian el desastre ecológico. A partir de esta praxis ambientalista la autora visibiliza las alternativas al modelo hegemónico capitalista, extractivista, colonial y patriarcal atendiendo a otras formas de vivir y habitar con lo “no-humano”.
Otra posibilidad para iniciarse en estos debates en el libro compilado con Julián Monkes, “Politizar el ambiente Ambientalizar la política”, en el que distintos autores y autoras recorren diversas problemáticas ambientales, poniendo el foco en la construcción de alternativas “desde abajo”, en las experiencias concretas de los territorios.
Entrevista a Julián Monkes sobre “Politizar el ambiente Ambientalizar la política”
Estas distintas lecturas permiten abordar la constante tensión entre un imaginario signado por el desarrollo y el progreso, en el que la naturaleza fue construida como algo a ser saqueado, o en el mejor de los casos protegido y conservado, y otras formas de habitar con lo no-humano. Sin ir en contra del crecimiento económico los autores y autoras evidencian que este crecimiento no es de todos los países y bolsillos por igual y que se da a costa de vidas humanas y no-humanas que se sacrifican para enriquecer a unos pocos. Frente a esto ponen sobre la mesa la necesidad de pensar en transiciones socioecológicas justas y en vidas dignas de ser vividas.
Las consecuencias del modelo
Otra manera de acercarse al ambientalismo es a través de algunos libros, series y películas que muestran cómo opera el extractivismo y las formas de producción hegemónicas en distintos territorios. Uno de estos casos es Seaspiracy, un documental de 2021 que puede encontrarse en Netflix y que busca mostrar el impacto ambiental de la pesca industrial. Su director, Ali Tabrizi rechaza la posibilidad de pensar en una pesca sostenible y aboga por eliminar el consumo de pescado, algo que generó debates y críticas por parte de distintos colectivos y comunidades que viven de la pesca.

Documental disponible en Netflix
Las formas hegemónicas de producción también son abordadas en el libro de Patricia Aguirre “Devorando el planeta: cambiar la alimentación para cambiar el mundo”, donde la autora además reflexiona sobre cómo estas formas se relacionan con maneras de cocinar, consumir y descartar alimentos y cómo esto tiene una relación directa con la degradación ambiental y el cambio climático. En la misma clave que los otros libros, Aguirre también busca imaginar otros futuros posibles que puedan ser pensados a partir de cambiar, en este caso, nuestra forma de comer.
En esta misma línea, la película “Distancia de rescate”, también de la plataforma Netflix, es la versión cinematográfica del libro de la autora Samanta Schweblin que muestra, a partir del drama de dos mujeres y sus hijos, los terribles efectos de la soja transgénica. La relación entre dos madres le permite a la autora abordar el problema de los agrotóxicos y el daño ambiental causado por este tipo de producción.

Tapa de la novela “Distancia de Rescate”
Estas son algunas propuestas que permiten poner en cuestión un modelo dominado actualmente por el extractivismo (en sus distintos formatos) y por la plantación de monocultivos. Este modelo además va de la mano de un desarrollo tecnológico que cada vez necesita menos trabajadores, generando cada vez más exclusión y desigualdad, mientras también produce más daños en la salud de las personas y el planeta. Este modelo pone en peligro la reproducción de las vidas humanas y no humanas, porque como sostienen Nancy Fraser en su libro “Capitalismo caníbal”, el capitalismo del siglo XXI se expande canibalizando zonas enteras no mercantilizadas, entre ellas los bienes comunes y las tareas de cuidado.
Como venimos problematizando en esta columna, en economías desindustrializadas, las lógicas extractivas se vuelven la respuesta para lograr procesos de desarrollo que permitan amortiguar las crisis socioeconómicas. Pero como puede verse en los distintos casos de países del Sur Global, la contracara de este modelo es el despojo, la violencia y la constante amenaza sobre la vidas de comunidades locales, indígenas y campesinas, profundizando históricas desigualdades.
La mirada feminista y la relacionalidad
Otra forma de abordar la problemática ambiental es en su cruce con la cuestión de género, con diversos trabajos que muestran la potencialidad en el cruce entre el feminismo y el ecologismo. En este caso la obra obligada y fundacional del ecofeminismo es el libro “La muerte de la naturaleza. Mujeres, ecología y revolución científica” de Carolyn Merchant, en el que la autora busca aportar a construir un mundo sostenible y sin opresión de género, preguntándose por el rol de la ciencia, el ambientalismo y el feminismo. Este trabajo pionero aborda una discusión sumamente vigente relacionada con “la vida” de diversos agentes no-humanos y con visiones contrastantes sobre “la naturaleza” y “la mujer”. A grandes rasgos se podría decir que una visión orgánica o animista fue reemplazada por una visión mecanicista y naturalista, fuertemente antropocentrista.

Actualmente diversas propuestas teórico-políticas desde los feminismos y el posthumanismo plantean discusiones “más-que-humanas”, sosteniendo que la reproducción de la vida humana depende de redes, ensamblajes o entramados que incluyen animales, plantas, hongos y fuerzas sobrenaturales. Propuestas sugerentes como el Chthuluceno de Donna Haraway ponen el foco en la interdependencia y la ecodependencia, en interconexiones y ensamblajes que muestran otras formas de habitar y hacer mundo(s). En su libro “Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno”, esta autora propone el concepto de simpoiesis que significa “generar-con”, “componer-con”, “hacer-con-otros” (humanos y más-que-humanos) y aboga por un pensamiento tentacular que permita interactuar con el entorno a partir de un tipo de conocimiento que no es lineal y racional sino sensorial y ramificado.
Otra propuesta relacional que dialoga con las discusiones ambientales es la de la antropóloga Anna Tsing. En su libro “Los hongos del fin del mundo. Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas”, habla de las formas de supervivencia colaborativa en tiempos precarios. Nuevamente la idea de ensamblaje multiespecie deviene central para entender cómo emergen formas de habitar que son resultado de encuentros, de un interjuego de ritmos polifónicos y patrones no intencionales de coordinación.
Propuestas como las de Haraway y Tsing pueden parecer abstractas a primera vista, pero pueden ser pensadas en relación a experiencias territoriales que emergen desde distintos rincones del planeta, principalmente desde el Sur Global. Así materiales audiovisuales como “Abuela Grillo”, disponible en YouTube y “La hija de la laguna”, disponible en Vimeo, muestran estas formas de habitar relacionales, en las que lo que se entiende genéricamente como naturaleza desde la modernidad occidental puede ser pensada y vivida como personas no-humanas, como seres vivientes y sintientes. Este es el caso del agua en estos materiales audiovisuales, donde las formas de parentesco extraño -en términos de Haraway- con la laguna y la lluvia, que devienen madre y abuela, permiten repensar las formas de vincularnos y construir relaciones sociales con eso supuestamente “inerte”. Estas propuestas relacionales pueden ser pensadas a partir de los feminismos ecoterritoriales analizados por Maristella Svampa en su artículo “Feminismos ecoterritoriales en América Latina Entre la violencia patriarcal y extractivista y la interconexión con la naturaleza”.
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Acercarse a las problemáticas ambientales implica asumir que no existe una única forma de relación con el entorno y que hay una oportunidad política de imaginar y construir alternativas al modelo de desarrollo hegemónico, capitalista, patriarcal, antropocéntrico y colonial. Esto no es algo por hacer, sino que ya existen numerosas experiencias de vida, producción, reproducción y cuidado que disputan y resisten a este modelo desde formas relacionales de habitar que ponen en el centro la sostenibilidad de las vidas (humanas y no humanas) y no la acumulación desigual del capital.