El desempleo juvenil sigue en alza y las mujeres son las más afectadas. Mientras las oportunidades escasean, la brecha de género persiste y las políticas públicas no parecen ofrecer soluciones reales. Con cada vez más jóvenes buscando empleo sin éxito y un mercado que exige más sin garantizar estabilidad, la precarización se vuelve la norma. ¿Cómo enfrentamos un futuro donde tener ganas de trabajar ya no es suficiente?

Mientras miles de personas se movilizan con una lista de incontables razones, las cifras oficiales reflejan una realidad preocupante: el desempleo en mujeres jóvenes no solo persiste, sino que ha aumentado en el último año. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), la inserción laboral sigue siendo un desafío para este sector de la población, evidenciando una brecha estructural que afecta especialmente a quienes buscan su primer empleo.
El último informe del INDEC, correspondiente al tercer trimestre de 2024, confirma que la desocupación juvenil sigue siendo la más alta entre los distintos grupos etarios. Mientras la tasa de desempleo general se mantiene en un 7%, entre los jóvenes de 16 a 24 años asciende a un alarmante 19,5%. Esta cifra expone las dificultades crecientes para acceder a un trabajo formal y estable, lo que obliga a muchos a aceptar condiciones precarias o a prolongar su búsqueda sin éxito.
¿Las mujeres facturan?
Tras un 8M masivo en la Ciudad de Buenos Aires, es fundamental no perder de vista la desigualdad de género en el mundo laboral, una brecha que se refleja claramente en los datos de la realidad Argentina. El porcentaje de mujeres que buscan activamente trabajo y aún no lo consiguen no sólo crece en comparación al de los hombres, sino que además evidencia una desigualdad estructural que persiste en el acceso al empleo.
Si hablamos de las nuevas generaciones podríamos pensar que tendrán el camino más fácil o que las desigualdades entre los géneros disminuirían para el momento en que la generación z, hija de la crisis del 2001, fuera a buscar empleo. Sin embargo, la tasa de desempleo entre varones y mujeres hoy en día tiene casi 2 puntos porcentuales de diferencia entre mujeres (7,9%) y varones (6,2%).
La tasa de empleo se adjudica a la cantidad de personas ocupadas en relación a la población total en referencia. Para las mujeres de 14 a 29 años este indicador cayó de 37,7% a 35,9%, mientras que en varones bajó de 47,7% a 45,8%, evidenciando una brecha de 10 puntos porcentuales.

En el caso de la tasa de desocupación en personas de hasta 29 años la diferencia porcentual favorece a las mujeres, que tienen un menor número de desocupación. Aunque en la comparación respecto al mismo período de 2023 existe un aumento de la desocupación para el género femenino de 23,7% a 24,7% mientras que la de los varones del mismo grupo etario bajó de 28,8% a 26,3%. También cabe destacar que la desocupación bajó en varones de 30 a 64 años (de 24,1% a 20,7%), lo que sugiere que el mercado favorece a los trabajadores de mayor edad en detrimento de los jóvenes.
El desconcierto de la juventud
Las dificultades en la inserción laboral pueden resultar frustrantes para quienes están en búsqueda de su primer empleo, el 34% de los jóvenes lleva más de un año buscando trabajo. Y el tiempo de búsqueda o falta de ofertas laborales no responde a la falta de conocimiento o estudios, a pesar del nivel educativo, un 30% de las personas desocupadas cuentan con estudios superiores completos o incompletos. Y el 69,5% tienen el secundario completo. El mercado laboral no responde ante estos jóvenes calificados y la falta de oportunidades crece.
En Argentina, en el año 2025, los indicadores del mercado laboral reflejan una situación de creciente precarización y dificultades para la generación de empleo. En la comparación interanual, si bien la cantidad de personas activas tuvo un leve aumento, pasando del 48,2% al 48,3%, la tasa de empleo mostró un retroceso, descendiendo del 45,5% al 45,0%. Dentro de la población ocupada, se observa un crecimiento del grupo de ocupados demandantes (tienen empleo pero siguen buscando activamente otro trabajo) pasando del 16,0% al 17,6%.

Asimismo, otro aspecto preocupante es el aumento de la sobreocupación, es decir, la proporción de personas que trabajan más horas de las deseadas por necesidad económica, que creció del 26,3% al 28,0%. Este panorama refleja un mercado laboral cada vez más exigente, con una mayor proporción de trabajadores en condiciones de inestabilidad y jornadas extensas, lo que plantea desafíos tanto para la política económica como para el bienestar de la población.
¿Qué hacemos con esto?
Algunos han intentado responder a la falta de oportunidades de los y las jóvenes, como planteaba el programa de prácticas educativas implementado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Este obliga a estudiantes de quinto año de secundaria a realizar actividades en ámbitos laborales como parte de su formación académica. Estas prácticas, que suman 120 horas distribuidas a lo largo del año, buscan que los alumnos adquieran experiencia y habilidades para su futura inserción en el mercado laboral.
Este programa ha sido objeto de críticas por parte de docentes, estudiantes y familias. Ya que, al destinar tiempo a las prácticas, los estudiantes pierden horas de clases en materias fundamentales como matemática, historia e inglés, sin una estrategia clara para recuperar esos contenidos. Además, se cuestiona la pertinencia de algunas prácticas que no guardan relación con la orientación académica y la falta de retribución que normaliza la idea de que tu trabajo puede no ser remunerado como debería.
A nivel nacional estas son algunas de las consecuencias de un Estado que prefiere no intervenir para favorecer la igualdad de oportunidades. En este informe podemos observar algunas de las desigualdades actuales aunque hay muchas que ni siquiera se miden, identidades que ni siquiera se nombran. Los índices de las personas Travestis y trans desaparecieron con esta gestión, luego de la eliminación del Ministerio de las Mujeres, géneros y diversidad y el programa de cupo laboral travesti trans, entre muchas otras medidas que colaboran con la exclusión laboral de este colectivo, relegándolxs a trabajos no registrados, mal remunerados y sin derechos laborales.